Se baña al lado mío en el Caribe,
caldeando mi cuerpo y los glaciales,
siendo mi anhelo y confundiéndome
al agua sus mareas y sus territorios;
sorprendiendo a las estrellas de mar,
en sus ensueños con Neptuno
y de repente se suemerje con mis ojos
confundiendo caracolas y lambin,
fabricando sin prisa una estación de lluvia.
Un lugar de huracanes típicos del mar Caribe,
que desvelan mis deseos de macho ibérico,
y que arrastran los instintos
carnívoros de la cobra que llevo dentro,
Cuando emerge del Caribe como una sirena alada
devolviéndole a las playas su alegría delirante;
porque siempre trae consigo destinatarios,
remanentes suyos con sus ancestral alegría,
de vivir, nadar y caminar.
Afilando las miradas del bañista distraído,
con destrezas milagrosas,
convirtiendo el tedio en dulces frutos,
o quizás las gotas de aguamarina
en ricas perlas de oriente.
Ilusiones para aderezar los gustos exquisitos
del distraído bañista despistado.
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