Imagen tomada de la red.
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En estas viejas casas, excavadas en la piedra,
como olivos viejos;
en la noche templada, como la hierba que baja
pisando el blando musgo con un olor a paja
mojada; en el silencio que se oye a lo lejos.
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Están agrupadas, hecha ramilletes
en la Capadocia Turca;
sus gruesos muros, son piedras areniscas
y su formación, como lo pintan caprichosamente la naturaleza.
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Tan terco su latido como pulso de vena,
de ansiedad y de sueño; el sordo zumbido
de la mosca cojonera; en el oscuro nido;
que vacío el olvido; en la hierba que estrena.
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Sus formas cónicas, como corpiños de doncella
que esparce por la estancia recuerdos inefables
en todos los sonidos, sombríos y admirables;
donde se cifra un símbolo y se cela un secreto.
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Se encuentran encaramadas, estas rusticas viviendas
como ubres de vacas a la inversa, es decir: boca arriba;
en las viejas palabras gastadas como tramos
de la secreta escala, y en los fúnebres ramos
de este invierno, en la viña del señor.
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En el laberinto de calles, chimeneas y casas,
que vuelven cada dos por tres, sin variación:
se encuentra el turista más liado
que la pata de un romano.....!
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