Bella ciudad, cristiana y mora,
-si hablo de ti, ciudad de Córdoba-
de tus calles morunas,
tu mezquita, bella como ninguna..
de tu protector Ángel San Rafael.
En esa majestuosa estatua
que preside la entrada sobre el puente,
en el río Guadalquivir.
De tu opulento parque,
donde crecen despreocupados sus hermosos árboles;
hojas doradas de otoño..pájaros..ramas,
donde el mirlo brujo canta...
Donde un viento secreto con su pícaro juego,
con su gozo de lo nuevo y de lo viejo tiene añoranzas;
de la imagen de la sultana,
que en noches de luna clara
pasea su gracia por la plaza...
Allí..el que antes fuera hijo de la mañana,
portador de la luz, príncipe del aire,
que quizás por algún pecadillo..cayó en desgracia;
desterrado de los cielos, se hundió en el abismo
y con su falo de lumbre copuló con la muerte...
Pero fue el gran elegido para hacer guardia permanente,
en esta hermosa ciudad, elevado sobre el puente;
pero tú: !bella ciudad mía! lo acogiste
y vivimos bajo sus alas protectoras...!
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