Por ahí viene el calor doblándose en los arrozales,
cae su pergamino de oro sobre la mujer cimarrona;
viene huyéndole al sonido estridente
de la cigarra y a coger por la cintura
a la mujer que esta de pie en medio del cojímar.
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Anacaona, con su pamela tejida con pajas de arroz
su vestimenta estampada y sus zapatuelas azules;
el verano la coge desprevenida
y se le para en sus párpado de leche
y el sudor es como un limón
exprimido entre sus senos...!
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Suelta su haz de arroz medio hecho
y se recuesta a la sombra de una caoba;
se lame los muslos de agua como una gata..
conoce sus tobillos embarrados,
que en otro tiempo fueron muy bellos....
***//***
Pero cuando parece ya que la sangre hirviendo
van a estallar en sus venas por el calor;
Anacaona piensa, porque la descendienta
de una princesa taina, además
de recolectar arroz,-también piensa-.
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Y sabe que la brisa del Caribe también llega,
la brisa, el verde de los haitises
y la frescura de los bosques, en la tarde llega;
y la frente de Anacaona se vuelve aceitunas..
Así que lo deja mientras canta la cigua palmera...!
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