Este de ahora es mi tiempo, padre:
en este siglo también se oyen tableteos
de ametralladora, allá por la antigua Babilonia;
los estoy viviendo de lejos, pero los estoy viviendo.
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Soy el aire del arquero en su brazo,
te veo ahí, bajo ese sol de la mañana;
intentando escribir tus poemas de memoria,
como este que escribo yo, padre como este:...
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¿para quien lanzas tus poemas al viento,
con tu destartalada maquina de escribir imaginaria?
aveces te leo en la imaginación y pienso:
-cuanto talento perdido, cuanto talento-.
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Hace sesenta años ya que te marchaste
de la tierra, una fría tarde de ventisquera;
y nos dejaste tristes a tus hijos y a tu compañera,
yo, padre, soy yo, -padre desde que tú naciste-.
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El beso que deposité en tu mejilla
aunque era bien común, salía del fondo del alma;
el orden establecido que imponía nuestra sociedad,
así lo quería....!
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Por este lento avanzar del poemario,
del poema-río de tu consagración a la causa;
te arrancó la muerte severa de la vida,
a poco, debiste haber cumplido años.
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La historia no te permitió vislumbrar
este momento, para verme escribiendo....!
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