Todo aquel que pretende ser poeta en el desierto
debe colocarse muy bien el turbante en su cabeza;
solitario y blanco como una blanca pavesa,
que quiere decir ser diáfano, en su palabra.
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Que casi nunca se le entiende muy bien
lo que quiere decir. Pero él si sabe por donde se anda,
y cuando se pierde, se inventa una metáfora
dócil y plana.
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Quizás sea por la luz o el silencio movimiento de la arena,
el signo caritativo del camello
o la flor rara del desierto;
tal vez sea un espejismo todo esto....!
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O que está más despistado que un toare
en un mercado, como todo ser humano
en una línea que no pretende el arabesco;
pues este es un árabe de Ceuta.
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La libertad siempre presente en su escritura
las formas se diluyen por las cuestas de esta ciudad,
española, moruna y cosmopolita, como ninguna,
en las pinceladas arenosas de muchas de sus calles.
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Ciudad que con su multitud de estatuas,
nos recuerda lo azaroso de su historia
reciente y pasada, por el lugar
clave donde se haya enclavada...!
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