Imagen bajada de la red.
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Vuelvo a ti, desengañado ya de ver mundo,
ciego en tu tormenta, amado pueblo mío;
qué trágico, que duro, qué cruel destino,
de arar y sembrar el mundo para no coger nada.
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Desasosiego físico, que puedo palpar
como un dolor de cabeza en mi alma;
me saturaba el cuerpo: zozobras que son deseos
entre la certeza de caminar por tus calles.
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Yo soy mi pueblo, como un pigmeo por sus montañas
mi pueblo luminoso embarrado de sombras;
la montaña y los pinos, los breñales y los olivos,
la guitarra que toca Diego Flores Amaya.
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Con los años igual tu ausencia y el olvido
tus calles blancas, borrachas de cal,
llenas de esplendor !Oh, bonito pueblo mío!
si tus varios nombres son pirámides estrucas.
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Yo sólo soy el espíritus que te sobrevuela cada noche...
el que te trae, para que no lo olvides;
las falsetas de la guitarra de Diego Flores Amaya
y la gaita Gastoreña;
el aliento de su barro rojo y mi voz...!
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