Imagen tomada de la red.
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En mi ostracismo acerbo me alegro cuando vuelvo
de mis vacaciones de aquellos países caribeños;
allá por la América caribeña,
donde un día ya bastante lejano desembarco
el genovés, Cristóbal Colón.
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Y me encuentro con una hermosa paisana
que tiene un hermoso nombre muy redondo
de mujer, la hija de un hacendado del lugar;
antaño cuando aún éramos unos niños.
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Íbamos de la casa a la escuela y visiversa
las tardes de noches de los festivos
solíamos pasear juntos, por las calles
del pueblo, soliamos vagar, yo solía hacerte
proposiciones que tú no querías escuchar.
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Y así te convertiste en una mujer casadera
que un viejo lobo de pueblo te vino a embaucar;
te casaste con él, siendo aún una niña,
te convirtió en una respetable dama
y ya quedaste ahí encasquillada sin haber vivido.
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!Pobre amiga de entonces, pobre flor provinciana
que en metrópolis andas en ruidosos paseos;
sin destino ni sentido:
Pobre flor casadera, pobre flor provinciana
de las que se desmayan en humildes cacharros,
esperando que vuelva del viaje de regreso,
porque los de acaballo se pasan y los de a pie no llegan.
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