Aunque la tenía ya casi en mis brazos, me abstuve,
de gozar de ella y deje pasar, por el momento
la tentación que me ofrecía Satán.
Apareció con aquel velo casi caído
en mitad de aquel desierto, -que no sé si era
de Armería, con las tinieblas nocturnas;
sus bellos ojos verdes en la noche,
-los de una gata en celo parecían-.
No había mirada suya en la que no hubiera
incentivos que revolucionaran mis deseos..
de macho ibérico y mi loco corazón.
Mas di fuerzas al precepto divino de todos
los dioses, incluyendo el suyo, para que
la lujuria no me arrasara el corcel de la pasión.
Y, así, hice titanicos esfuerzos, para pasar
la noche con ella, en aquel solitario desierto;
como el pequeño camello, que tiene un bozal
que le impide mamar, respetando su castidad
y la honrar del sultán, que me la tenía confía.
Allí, en aquel desierto, entre la playa y la mar,
quedó mi corazón herido, gravado en la arena,
hasta que las olas se lo desidieron llevar,
y aquellos ojos clavados en mi alma,
que esos no se borraran jamás...!
Yo no soy como las bestias abandonadas,
que toman los jardines de los demás...!
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