En ti está el cielo,
cuando en las mañanas me saludas;
con ese cálido, (buenos días-velo)
el paso de los ríos de la aurora
y el bello trino de una alondra,
!Minúscula carne de Dios!
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Más allá de la estulticia
celebras en el sueño del silencio;
adonde elevas el corazón ya duro
de tu abuelo, a los balcones del cielo.
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La permanencia infinita del bien y la belleza
sobre planicies y montañas;
por donde vuelan juntos la ya cansada
vida de tu abuelo y la inocencia
de tu infancia.
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Junto al viejo viento
o a la niña brisa;
concibes en la sabiduría
de tu tierna infancia
con el vuelo pesado de tu viejo abuelo.
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Ese paso tan estrecho
de tan sólo setenta años;
que media entre tu tierna infancia
y la vejez dura de tu abuelo.
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!!Cuanto te reirás cuando
seas mayor, y leas todo esto!!.
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