Imagen Bajada de la red. Corte de sal en Zagros irán.
No me importaría
que el reino de la tierra
siguiese siendo lo que es hoy;
con tantos misterios que encierra,
con ese corte de sal, allá en el viejo Irán.
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Formando banderas imaginarias
con sus extraños y alegres coloridos de sal;
una ronca lluvia de sal forma el viento
una inmensa lengua de fuego,
más poderosa que la estatua de Lot.
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Un bronco territorio agreste,
un murciélago loco;
un Ángel destronado con la ira de Dios,
un jardín de bellísimos colores
desprendidos del paraíso.
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Juro ser mudo, si alguien desde el reino de los cielos,
me arrojase a mí,
-almeno- un puñado de plumas
la mitad de bellas que este corte de sal.
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Para alegrar esta desamparada desnudez,
de animal babilónico, que me acompañe;
en esta sagrada soledad de Ángel
destronado del reino de los cielos,
en su humillante desgracia.
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