Ronda moruna, era la luz, allá por el mil cuatrocientos,
era tan solamente luz de lucernas romanas de aceite
y velones de grasa en una caña, pero las calles
de Ronda la alumbraban las moras con sus ojos
y sus joyas y alhajas de oro.
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Ellas no llevaban zapatos de tacón, por eso no tropezaban,
cuando echaron a los árabes, ganamos la ciudad
y perdimos Ronda, y sus encantos morunos;
perdimos un poco nuestra niñez.
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Paseamos por los barrios árabes, bajamos
a las cuevas de sésamo, para jugar al existencialismo,
pero entre cerveza y cerveza jamás nos encontramos
con Julietta y su Romeo.
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Las calles son hoy día como espejos oscuros
que nos devuelven imágenes que no nos pertenecen;
!que extraño! ahora pasan autobuses y carros
por donde antes pasaban camellos y caballos,
y como paseantes, unos dominicanos....
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Tan extraños, pasan los autobuses cargados
de nórdicos, chinos y japoneses, y parece que nadie
viaja en ellos, son como fantasmas que transportan
cargas de soledad.....
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Vamos buscando el embrujo de aquellos rincones
morunos, que aún hoy, esa Ronda romántica
a sabido conservar, el puente, el tajo, la alameda
y la real maestranza de caballería....!
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