Uno como tantos descorazonados relatos verídicos,
de niños de aquella España negra que nos tocó vivir
a los niños españoles de la posguerra;
eran tres hermanos, cuyos nombres son ficticios.
Sigumberto, Ambrosio y Anacleto..
el protagonista de la historia fue Ambrosio, que era el de en medio,
ruegan a Carda momo y a benjuí,
que el can de la piedad a estos niños fatigados
he indefensos los proteja.
Al que se suelte de la mano protectora de sus padres
y llorando desconsolado llame a los amigos que lo protejan
al que huye despavorido del hambre y la miseria..
a los que huyen de una muerte sin piedad y segura:
¡Madre muda! que los proteja.
Aquellos hijos de un Dios menor,
aquellos que con sus tiernos pies descalzos,
hollaban las espinas de los campos,
los que no encontraban la tierra prometida
por los jardines de su amada Andalucía.
Ellos no estaban ni allá ni acá de lo que se cocía,
sólo tenían desgarros, golpes, hilachas, ausencias
en su alma tierna de niños.
Sus padres afligidos por las circunstancias,
sólo tenían para ofrecerle su amor y unos pechos secos..
Aquí llegó la gotera que colma el vaso...
Tenían una tía llamada: "Frígida" sin hijos y con una
posesión buena para los tiempos que corrían..
vino un día a visitar a unos primos y Ambrosio estaba
jugando con ellos: ¡cual sería la sorpresa de este niño!
cuando vio que le repartían un puñado de caramelos
y a él no le dio ni el papel para olerlo..
¡Aún hoy no a podido perdonarle aquello..¡Dios no sé!!!.
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