Cuando se van acercando estas señaladas fiestas,
siempre me acuerdo de un día en mi pueblo..
demasiado hermoso y espléndido.. ¡imposible olvidarlo!
Me acuerdo de retamas en flor, adelfas y ramas de eucalipto, juncias, neas y pinitos.
Me acuerdo de aquel agua que bebía en una ahuecada
paletona en la puerta de "Joseito",
romero, tomillo y poleo, el aroma tan agradable
que se respira este día en las calles de mi pueblo
tan embriagador y exquisito.
La gastoreña orgullosa de este día en su pueblo,
se esmera y lo agasaja con lo mejor de su ropero,
bellas colchas cuelgan de ventanas y balcones morunos,
altares, fuentes y una muestra del vino y el guisote gastoreño,
con todo su cariño le ofrecen al forastero.
Luego sale una procesión recorriendo las calles
engalanadas y los rincones típicos de este bello pueblo;
mujeres espigadoras y muchos angelitos blancos y bellos
y aquellos hombres y mujeres con el pecho henchido
de orgullo le enseñan complacidos al forastero
la belleza de este hermoso pueblo.
La guinda la pone el toque de la gaita gastoreña
del que presume todo el que se siente gastoreña/o
...Dios baja entonces y deja sin llave
su vieja eternidad olorosa a diluvio...!
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